Época: Area cultural andina
Inicio: Año 1300
Fin: Año 1537

Antecedente:
El Horizonte Tardío (1476-1525 d. C.)



Comentario

El imperio estuvo dividido en cuatro cuartos o suyu, de ahí que se denomine Tawantinsuyu. Desde el Cuzco se dividía de norte a sur y de este a oeste. Hacia el noroeste, el Chinchasuyu abarcaba la costa y la sierra central y norte del Perú y Ecuador. Al suroeste, el Cuntisuyu incluía de Cuzco a Ica. Al sureste, el Collasuyu ocupaba el lago Titicaca, los altos de Bolivia y el norte de Argentina. Y al noreste el Antisuyu abarcaba del Cuzco a las vertientes de los Andes. Estos cuatro suyus fueron gobernados por miembros de la panaca real, y a su vez comprendieron provincias y territorios que a menudo correspondían a los señoríos anteriormente independientes. Cada provincia tenía su capital y se dividía en dos parcialidades, Hanan y Hurin -alta y baja-; la primera de mayor prestigio y poder.
A1 expandirse el estado imperial, fundaron centros administrativos en los grandes asentamientos anexionados. En realidad, los incas tuvieron una gran capacidad de adaptación a las circunstancias, de manera que en territorios del antiguo reino Chimú apenas si alteraron el status administrativo. Lo mismo ocurrió en la costa central, donde algunos centros incluso se potenciaron sobre los demás, como Pachacamac, donde se construyeron nuevos templos como el Pacha Kamaq y el Templo del Sol, hasta transformarse en un centro de integración religiosa y de peregrinaje para gran parte del área central andina.

En la sierra crearon centros con edificios de piedra bien cortada. Tumibamba en Ecuador, Cajamarca, Huanuco Viejo, Jauja, Vilcashuamán, Tumi Pampa y Huaytará tienen edificios incaicos para la administración y el culto. Más al sur, en los Andes Meridionales, no se encontró ningún centro con características incaicas. Todos ellos se hicieron sobre patrones del Cuzco, la capital imperial que fue fundada hacia el 1.100 d.C., y que adquirió su fisomomía imperial durante el reinado de Pachacuti a mediados del siglo XIV.

Un aspecto muy importante para mantener la política expansionista y el sistema económíco-administrativo del imperio fue la construcción -a veces aprovechando obras más antiguas, otras haciéndola nueva- de una amplia red de comunicaciones cuya extensión se acercaba a los 25.000 km. A veces estrechos caminos para el paso de las llamas y de viandantes aislados y otras amplias calzadas por las que se trasladaron ejércitos y bienes con rapidez, el sistema vial incaico constituyó uno de los fundamentos para la organización y formación del imperio. Este se distribuía prácticamente por todos los territorios que formaban la unidad política, pero se basaba en dos vías que transcurrían de norte a sur: la carretera real, Capac Ñau, iba a través de la cordillera desde la frontera septentrional y pasaba por Quito, Ingapirca, Tomebamba, Huanuco Pampa, Jauja, Vilcashuaman, Cuzco, rodeaba el Titicaca hasta llegar a Cochabamba en Bolivia y a regiones de Argentina, donde se desviaba al oeste hasta llegar al río Maule en Chile. La carretera de la costa se iniciaba en Túmbez y atravesaba los valles oasis, uniendo Pachacamac, Inkawari, Tambo Colorado, Nazca, Chala y Arequipa.

La administración de tan ingente imperio, con más de 6.000.000 de individuos, necesitó procesar una gran cantidad de información. Curiosamente, los incas nunca desarrollaron un sistema de escritura como mecanismo administrativo, aunque sí un método de cuentas denominado quipu. Un grupo especial de funcionarios del estado, hereditario, los quipucamayocs, memorizó la historia, los mitos y los censos estadísticos que fueron simbolizados por las cuentas de los quipus. El quipu es un conjunto de cuerdas atadas en un punto, o sucesivamente, a otra cuerda. Sobre ellas se practicaron pequeños nudos de uno o varios colores y situados a determinadas distancias de la atadura. Tales nudos tenían valor numérico para el sistema administrativo, pero también un valor cultural mediante el cual se recordaban historias y tradiciones.